Según los organizadores, el propósito más importante es reunir niños y jóvenes de culturas, etnias, nacionalidades, con fenotipos diferentes y religiones múltiples bajo el lema "juntos somos más”.
El otro propósito es eliminar la tendencia al etnocentrismo, es decir, constatar en la práctica que más allá de la Verona sueca hay otros mundos. Finalmente, hay un deseo político no manifiesto, los niños palestinos juegan al fútbol con niños de Israel o niñas árabes que compiten con niñas de los Estados Unidos o Inglaterra.
El proyecto busca que los niños y los jóvenes aprendan el respeto y tolerancia.
Este año llegaron equipos de fútbol de 82 países, representado los cinco continentes, en las categorías de 12 a 18 años y de 10 a 12 años, los primeros jugaron en oncenos y los segundos con siete hombres y en canchas más pequeñas. El tiempo de juego fue reducido a dos periodos de 30 minutos y en el caso de los más chicos a 25 minutos. Se aplicaron las reglas de la FIFA y los árbitros son los jóvenes que asisten a la escuela de árbitros o han sido capacitados para dirigir partidos del centenar de ligas juveniles e infantiles que hay en este país. Este año se jugaron 4.600 partidos en 102 canchas diseminadas en los suburbios y en el centro de la segunda ciudad de Suecia.
Gotemburgo se convirtió en la aldea global llena de colores, bullicio, sombreros mexicanos, cucalones vietnamitas, ch’ulos peruanos, música y baile porque los sudafricanos y brasileños no cesaban de bailar en las calles.
Bolivia, un ejemplo
Bolivia no estuvo presente, sin embargo, es el país que suele presentarse como ejemplo porque los jugadores del Tahuichi ganaron el Gothia Cup de 1984 y diez años más tarde, ocho de aquellos jugadores estuvieron en el seleccionado boliviano que asistió el Mundial de Estados Unidos y abrió el campeonato contra Alemania.
Xavi Alonzo (España), Andrea Pirlo (Italia) y Ze Roberto (Brasil) estuvieron en el famoso campeonato como muchos de los jugadores de Nigeria que luego pasaron a integrar el equipo nacional.
El torneo nació hace 44 años en el seno de Häckan, club de fútbol de Gotemburgo. Hoy Gothia Cup es una fundación a la que se acoplan algunas empresas como la SKF, que paga los pasajes a los clubes más pobres.
Los países no están representados por selecciones de niños, sino son clubes que han ganado sus certámenes nacionales, es algo así como la Champions League en miniatura.
Gothia Cup no genera el interés de la prensa sueca, ni siquiera de la especializada, tampoco está en la agenda de los medios internacionales.
Su inauguración es espectacular porque bailarines, cantantes y abanderados son también niños o adolescentes que terminan el acto jurando en todos los idiomas, respecto mutuo dentro y fuera del campo de juego. Como toda competición futbolera tiene problemas, alguna pelea callejera, algún insulto, sobre todo de los pocos padres que acompañan o el exabrupto de algún abuelo que grita en español al equipo sueco de su nieto: ¡vamos carajo!
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