La obra que le dejó don Enrique Happ Krell al fútbol boliviano, una notable escuela donde se formaron muchos jugadores que fueron profesionales de primer nivel, está desapareciendo poco a poco. La entidad que en su momento fue la más importante en el país a nivel de formación de futbolistas, vive dividida y sin patrimonio.
Don Enrique Happ, un hombre visionario, nació en Berlín en 1932, un día como hoy. Falleció el 26 de enero de 1997 en su querida Cochabamba.
Bolivia fue su segunda patria, por eso en el día de su cumpleaños fundó, en 1960, el Club Enrique Happ, con el propósito de formar niños y jóvenes futbolistas y también hacer de ellos buenos ciudadanos. Durante años lo consiguió, pero con su desaparición física nadie reforzó su legado y éste se va extinguiendo.
Don Enrique hubiera cumplido hoy 80 años; mientras que el club, que todavía subsiste, celebra su 52 aniversario.
Johnny Villarroel, uno de los buenos futbolistas que surgió de esa institución y que en la actualidad es presidente del club, recuerda que primero surgió el club y posteriormente nació la escuela (1974), aunque desde su creación la filosofía de su fundador fue la de formar jugadores.
Según Villarroel, Happ fue el primer club del país, en 1972, en participar en el exterior en un torneo internacional de categorías menores. “Les fue tan bien en ese torneo y don Enrique quedó tan contento del trabajo que hacía, que unos años después creó la escuela; aunque la personería jurídica es del club, la escuela pasó a ser un brazo de la institución”.
En la actualidad Enrique Happ es el club, la escuela y una fundación (fundada en 2002). Estas dos últimas prácticamente desaparecidas y sin la infraestructura que dejó su creador.
En el mes de julio los medios de comunicación vallunos informaron que la Gobernación de Cochabamba había recuperado los predios de la Escuela de Fútbol Enrique Happ, colindantes con el estadio Félix Capriles, en los que su fundador había construido una gran obra. Las instalaciones habían sido administradas en los últimos diez años por la fundación, que tiene como presidente a Edwin Guarayo.
La obra de Happ fue de gran importancia mientras estuvo con vida Happ, tanto a nivel deportivo como social.
Muchos de los futbolistas que se formaron en esa institución ven con dolor cómo de a poco se está desmoronando.
William Ramallo, quien fue parte del equipo que viajó a Paraguay en 1972, asegura que con la muerte de Enrique Happ la institución prácticamente ha desaparecido, “pues muchas personas han velado por sus intereses personales y se han aprovechado del nombre de don Enrique, no han hecho nada por el fútbol cochabambino y tampoco por atender a los niños y jóvenes”.
Marcos Sandy, miembro del cuerpo técnico de la selección y otro de los buenos jugadores que se formaron en Happ, recuerda con nostalgia: “Teníamos todo, don Enrique nos daba alimentación, indumentaria para entrenar, todos teníamos casillero, nos dio unas comodidades enormes. Es especial haber sido parte de esa escuela”.
Del actual momento de la entidad dice que “hay una pugna, porque Johnny Villarroel está a cargo del club y (Edwin) Guarayo está a cargo de la Fundación Enrique Happ, que en realidad está como fundación-escuela. Le quitaron los predios a Guarayo, los que don Enrique trabajó tanto y es una lástima cómo está. La cancha se la tenía impecable, era mejor que la del Capriles. Teníamos duchas, sala de videos, sala de estudios, teníamos unas comodidades enormes. Lamentablemente ahora no hay nada de eso”.
Eduardo Villegas, otro de los futbolistas que surgió de esa entidad y ahora dirige a The Strongest, manifiesta que “después de la enfermedad y luego del deceso de don Enrique, no ha habido la continuidad ideológica en la gente que se quedó a cargo”.
Recuerda que la preparación “era altamente positiva hablando deportivamente, también la formación social; pero para eso influyó que teníamos la organización, la infraestructura, el material deportivo, agregado que teníamos muy buenos formadores, lo que hizo que estemos bien capacitados para lo que es el fútbol y también para la vida”.
Los tres coinciden que con la desaparición de Enrique Happ —hace más de 15 años— el fútbol cochabambino perdió presencia en el contexto nacional.
“Desapareció don Enrique y dejaron de surgir jugadores, porque los otros (dirigentes) manejaron las cosas de una forma equivocada y encima la Asociación de Cochabamba está dividida. El fútbol valluno se ha ido por los suelos”, asegura Ramallo.
Fue un segundo padre para muchos
Tal fue la dedicación de Enrique Happ Krell a los niños y jóvenes que pasaron por la entidad, que muchos lo recuerdan con cariño familiar.Para Marcos Sandy y William Ramallo “fue un segundo padre”.
Ramallo cuenta: “Yo salía goleador de todos los partidos y él premiaba esa situación. Me preguntaba qué necesitaba, yo le pedía zapatos, un pantalón para el colegio y me los daba. Prácticamente fue un segundo padre para mí, y ha sido quien me ha marcado la línea futbolística”.
A otros chicos que eran parte de la entidad “los hizo estudiar y a muchos otros los crió dentro de la escuela”.
Sandy tiene conceptos similares, pues al margen de su formación como deportista y persona, asegura: “Para mí fue el segundo hogar, un refugio enorme, tuve el apoyo de don Enrique, quien fue como un papá porque me ayudó muchísimo cuando mis padres se habían divorciado”.
También Eduardo Villegas (foto) es un agradecido por la formación recibida. “Fue un sustento para todo lo que hice en mi vida, en mi carrera deportiva y en lo que estoy haciendo ahora, por eso estoy agradecido con don Enrique; por los valores, la educación y la enseñanza futbolística”.
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